domingo, 27 de mayo de 2012

Uribe y nuestra guerra / Por: Lucy Gómez Los políticos venezolanos, incluyendo los dos candidatos presidenciales, tienen al pueblo bien clasificado, en materia electoral. Sus votantes, según creen ellos y sus asesores, son de los tradicionales, que aman verlos besando viejitas y cargando niñitos, se los figuran como unas personas elementales que agradecerán para siempre que le hayan "dado" una jubilación o dólares de Cadivi, o una casa, una escuela o los beneficios de una "misión", porque nunca han tenido conciencia de que por ser seres humanos y vivir en este territorio, tienen derecho al trabajo, al descanso, a una vivienda, a recibir clases, a disponer de su patrimonio obtenido legalmente. Por lo tanto, los presidentes no dan nada, porque el dinero con que compran las cosas que ofrecen, no es de ellos sino de uno. No hay nada que agradecer, ni que pagar. Otro de los temas en que los dirigentes están seguros de nosotros, es de que somos tremendamente simples en nuestros sentimientos hacia nuestros vecinos de Colombia. No nos gustan en política, los adoramos solo en familia. Recuerdo que una frase: "El golfo es nuestro", se repitió por generaciones en Venezuela, cuando los periódicos colombianos ni trataban el tema. En fin, el anticolombianismo ha marcado muchos episodios por lo menos evitables de nuestro historia, porque no son para sentirse orgullosos. Debe ser que venimos del mismo tronco y nadie conoce como herirse mejor que los hermanos. Últimamente había recibido algunas sorpresas en el destino de la relación entre los dos países, como la vena práctica del presidente Santos, que lo hizo echar abajo los problemas binacionales, para lograr que volviera a normalizarse el clima económico de la frontera. Realmente le costó, ser el "nuevo mejor amigo" de Chávez, después de haber sido un eficaz y sangriento ministro de la Defensa contra los guerrilleros amigos del Presidente, pero en fin, "París bien vale una misa" y "no hay almuerzos gratis". Coste que le admiré y le admiro su enorme talento diplomático tanto como la fortaleza de su estómago, cuando le tocó ir a Cuba a neutralizar a los Castro, para que no le sabotearan la Cumbre de las Américas. Se la terminaron enchavando de todos modos los guardaespaldas de Obama, con su episodio putañero de Cartagena. Mi capacidad de asombro no había sido colmada. Me faltaba el episodio de Uribe, poniéndose a hacer campaña contra Chávez en la frontera. Pero si ustedes creen que voy a decir que lo hizo muy mal, se equivocan. Contra la "realpolitik" de Santos, la quijotada de Uribe, de hacer campaña contra Chávez utilizando los medios sociales para desnudar a un gobierno que atenta contra la estabilidad política colombiana, porque favorece a los movimientos guerrilleros sin tomar en cuenta los daños colaterales, como los secuestros, la vacuna, los asesinatos de policías, la muerte de civiles inocentes, la recluta de niños y niñas merece todo mi respeto. Y si no les gusta su vocabulario, me extraña araña. Quiere decir que entonces, el único que puede adjetivar y ofender es Chávez: borracho, asesino, mentiroso, ladrón, diablo, arrastrado, lacayo, han sido palabras constantes en el vocabulario del poder en Venezuela, el suficiente tiempo como para que nadie se escandalice en realidad por los adjetivos de Uribe. Ahora, que sus frases no son políticamente correctas ni para Chávez, ni para Santos, ni para Capriles Radonski, bueno, eso es cierto. Pero desnudan una realidad que ya elevó Uribe a organismos internacionales: la ingerencia del gobierno de Venezuela en el conflicto interno colombiano. ¿O no recuerdan los famosos archivos de la computadora de Raúl Reyes y los temores de Chávez de que lo juzgue el Tribunal Penal Internacional? ¿Que a Santos le gusta lavar la ropa en casa?, ¿que a Chávez no le viene bien en su convalecencia, que le hagan una campaña internacional de descrédito? ¿Que a Capriles Radonski le da rabia que su campaña angelical, le opongan una de realidades brutales, como los hacen los twitters de Uribe? Ayyyyyyy, cuanto lo siento!!! No se desaparecen los problemas porque escondamos la cabeza como los avestruces. Y una muestra es el episodio de los 11 soldados colombianos que acaba de matar la guerrilla. Sí, parecía que Uribe estaba fuera de sí, que Santos con su cumbre y sus acercamientos podría lograr emparejar hacia el éxito a la política interna con la desbordante economía colombiana. Pero la verdad es que en cuanto a la insurgencia, a sus nexos con la inseguridad y los diferentes tráficos de personas, de sustancias y de armas, apenas las políticas públicas de Venezuela han hecho poco más que admitir que existe el problema. Y es más, se ha tratado a los jefes de los frentes guerrilleros como amigos, sin importar en cuanto perjudican nuestra economía y nuestra vida diaria. Cuando vuelven los muertos colombianos y sus familias a recordar que el problema sigue vivito, justificamos las antipáticas palabras de Uribe, que se juramentó como presidente entre explosiones de bombas y que ha estado prediciendo hacia dónde va Venezuela si reelige a Chávez. El ex presidente colombiano puede darse el lujo de ser ácido y antipático porque no está haciendo campañas complacientes. Podría estar retirado y sentado tranquilo en alguna hacienda de su país o en alguna ciudad europea o gringa, pero ha preferido decir lo que tiene que decir, ser insultado y amenazado de nuevo. Su guerra es la nuestra, aunque no queramos saberlo. (*) Periodista; editora jefe de la corresponsalía de Notitarde en Caracas. E-mail: nuevatoledo@gmail.com(*) Periodista; editora jefe de la corresponsalía de Notitarde en Caracas. E-mail: nuevatoledo@gmail.com

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